“Esplendor de la Caridad; Belleza
de la Verdad” honra a Benedicto XVI
Por Elizabeth Lev
ROMA, viernes 15 de julio de 2011
(ZENIT.org).-
¿Qué ofrecerle al Papa que lo tiene todo?
Para el 60º aniversario de la
ordenación de Benedicto XVI, el cardenal Gianfranco Ravasi, cabeza del Consejo
Pontificio para la Cultura, fue más allá y organizó una exposición de 60
artistas contemporáneos en honor al Papa.
La exposición, que se realizó en
el Aula Pablo VI (en sí misma una pieza de arquitectura contemporánea de Pier
Luigi Nervi, 1971), cuenta con 18 pintores, 12 escultores, seis orfebres, seis
músicos, seis arquitectos, siete fotógrafos y cinco poetas del siglo XX, y
recibe el título de “Lo Splendore della Carità; La Bellezza della Verità” (El
esplendor de la caridad; la belleza de la verdad).
Se ha abierto al público de forma
gratuita hasta el 4 de septiembre. La muestra reúne a artistas provenientes de
todo el mundo -desde Japón, Kengiro Azuma a Rusia, Natalia Tsarkova, a Escocia
con James McMillan, quien trajo el manuscrito de su obra “Tu es Petrus”,
dedicado a Benedicto XVI para su visita a la Abadía de Westminster del 18 de
septiembre de 2010.
La intención de la exposición es
continuar el diálogo entre la Iglesia y el arte iniciado por el Papa durante su
encuentro con los artistas del 21 de noviembre de 2009, en la Capilla Sixtina.
Hay una impresionante variedad de obras, desde un tapiz hecho con material
reciclado en homenaje al “Papa verde” hasta la obra escrita por Ennio Morricone
en forma de cruz, “una reunión de la música y de la iconografía” como la
describe el artista.
A unos pocos parecía que se
habían escapado del ático de alguien -una obra, llamada “Azul” de Agostino
Bonalumi de 1996, presenta una lona azul extendida sobre lo que parecen dos
columnas con un cojín acolchado en el centro. Creo que en este caso la
intención es lo que cuenta.
La fotografía conquista la
exposición. Jack Nickerson presentó dos fotografías de la vida católica en su
Irlanda natal. La primera, “Altar”, muestra el santuario de una iglesia en la
oscuridad con el resplandor de la luz al cruzar el vacío. La Iglesia está
preparada, Cristo espera. La segunda, situada debajo, titulada “Refectorio II”,
muestra unas sencillas mesas de madera en las que están los restos de un frugal
desayuno. La confusión humilde contrasta con la supervisión de un crucifijo:
Ambos en el gran rito de la Misa y en el sencillo servicio de nuestras vidas
diarias, Cristo es omnipresente.
“La Cruz solidaria”, fotografías
de la austriaca Claudia Henzler, me pareció profundamente conmovedora. Tomada
en Haití durante la semana de Pascua de 2010, tres mese después del devastador
terremoto, las cinco imágenes están dispuestas en forma de cruz. En el centro
dos manos juntas, una negra y otra blanca, el dibujo de la energía en el
corazón de la cruz. A la izquierda y a la derecha dos personas están en
contemplación: en una un hombre tiene la Biblia en las manos, y en la otra una
mujer abraza a su hija. La meditación, la oración, el silencia y el amor están
bellamente expresadas. Al pie de la cruz un niño se sienta vuelto de espaldas
con la cabeza entre las manos, símbolo del dolor terrenal; pero la parte
superior de la cruz, un niño mira hacia el espectador, sus grandes ojos en
busca de esperanza. La habilidad de Henzler para reunir los eventos recientes y
las técnicas modernas con ,la eterna iconografía cristiana, dieron una gran
esperanza a esta historiadora del arte.
Las maravillas arquitectónicas
obtuvieron la mayor parte de la atención. El español Santiago Calatrava
presentó su proyecto para el crucero de la iglesia de San Juan el Divino de
Nueva York con sus chapiteles de acero blanco. Parece una evolución extrema del
estilo gótico del edificio, familiar, aunque incongruente. Reflexionando sobre
los siglos en que los artesano que trabajaron en las catedrales góticas
trataban de combinar su trabajo con la generación anterior, el trabajo de
Calatrava evoca nuestra nueva época, donde la marca personal ensombrece el
esfuerzo colectivo. El planificado bio-jardín invernadero de la azotea exalta
la nueva religión de la ecología, que proyecta su sombra sobre los altares.
El arquitecto brasileño de 103
años de edad Oscar Niemeyer, aportó su proyecto para la catedral de Belo
Horizonte. La Iglesia parece una cometa que está en la tierra pero cuya larga
cola todavía se mantiene en el cielo unos 104 metros. Ciertamente capta la
atención del espectador, pero la forma en la que proclama que es el espacio
para adora a Dios hecho hombre, se me escapa.
Un proyecto atrae la atención más
que los demás. Historiador del arte barroco y famoso arquitecto, Paolo
Portoghesi (que también diseñó la mezquita más importante de Roma), presentó un
modelo para una iglesia a Benedicto XVI, dedicada a San Benito de Nursia.
Inspirado por el “Espíritu de Liturgia”, escrito por el entonces cardenal
Joseph Ratzinger, Portoghesi (quien afirma haber leído todas las obras de
Benedicto XVI) diseñó un curvo y dinámico espacio, no muy diferente del
arquitecto barroco Francesco Borromini, su campo de especialización.
Aunque el edificio tiene ocho
lados con la tradicional imaginería cristiana del octavo día de la redención,
mantiene un eje hacia el altar donde está el tabernáculo de acuerdo a los
escritos de san Carlos Borromeo. Los confesionarios están localizados en la
entrada de la iglesia al igual que el Yo Confieso abre la misa. Las áreas
especiales se abren a la Lectura de la Palabra de Dios, siguiendo los intereses
propios de Benedicto XVI en el uso de los ambones. Es una iglesia muy barroca,
destinada a causar controversia por sus espirales y complejos diseños
geométricos, pero sobre todo centrada en la liturgia y atrayendo a la gente a
Cristo.
Muchas de las obras no tienen
nada que ver con la Iglesia, pero la muestra pretende llamar a los artistas a
comprometerse con las grandes verdades en vez de con trivialidades subjetivas.
El hecho de que los artistas intentan reconocer las verdades universales, en la
humanidad o la creatividad individual parece ser un paso en la correcta
dirección.
El Papa Benedicto hizo un
discurso a los artistas en la muestra del 4 de julio, diciéndoles que el mundo
moderno “necesita que la Verdad brille y que no sea oscurecida por mentiras o
banalidades; necesita inflamarse con la caridad y no estar sobrepasada por el
orgullo o el egoísmo”.
Mientras que la Iglesia y el arte
están lejos todavía de la relación que compartieron en los días de Rafael o
Bernini, un diálogo continuo e intenso parece ser el mejor modo de atraer estos
dos mundos.
* * *
Gaga sobre Gaga
Cualquier reparo que pueda surgir
sobre la forma y el significado que el arte contemporáneo pueda plantear, al
menos Calatrava y Arnaldo Pomodoro pueden ostentar el duramente ganado título
de artista. Esta semana me enfrenté a otro uso del título, el de pop star.
Mientras llevaba a dos niñas, de
11 y 13 años de edad, el otro día a través del Vaticano, apenas dejamos la
Capilla Sixtina, la más mayor me preguntó: “¿Quién fue Judas?”. No me hacía
ilusiones de que estas chicas pidieran una catequesis sobre la Pasión de
Cristo, pero no puedes culpar a un historiador de arte por intentarlo. Contesté
que fue el amigo de Jesús que le traicionó al venderle a sus enemigos por
dinero y entonces, incapaz de creer que pudiera ser perdonado, se suicidó en su
desesperación.
De repente, las chicas dijeron,
“Lady Gaga hizo una canción sobre él: ¡es mi artista favorita!”. (La “artista
en cuestión acaba de hacer un concierto en Roma para celebrar el Día del
Orgullo Gay). Después de una tarde con Miguel Ángel, Rafael y las esculturas
griegas clásicas, debo admitir que encontré la referencia cultural de las
jóvenes señoritas un poco chocante.
Artistas de la talla de Miguel
Ángel, que, 500 años después de su muerte, todavía atrae a 5 millones de
visitantes al año, a las calurosas y abarrotadas salas del Vaticano para
maravillarse con sus logros extraordinarios y la declaración gloriosa del valor
de la persona humana, tiene poco en común con Lady Gaga (Stefani Germanotta),
cuyo “mensaje” es marcadamente trivial en comparación.
Defendiendo calurosamente a su
heroína, las chicas dijeron que el mensaje de la señorita Germanotta es que la
gente “nace del modo en que son y deberían ser libres para que pudiesen vivir
como quisiesen”. Así que pregunté: ¿pirómanos y cleptómanos, adúlteros en serie
que reclaman haber nacido con esta tendencia, a estos se les debería permitir
vivir “como quieren”? El mantra de Germanotta de “nací así” es la excusa más
frívola para el mal comportamiento desde aquello de “el diablo me obligó a
hacerlo”.
Mi consternación ante este mensaje
atrajo la inevitable acusación de la niña de 13 años: “Entonces ¿a ti no te
gustan los bisexuales?”.
De alguna manera, a los ojos de
estas niñas, el rechazo a la increíblemente irritante música de la señorita
Germanotta y a su absurda representación de arte me convirtió automáticamente
en “homófoba”. No caminar hombro con hombro con la cultura secular debe ser el
único acto intolerable en esta sociedad tolerante con estilo propio. En la
Antigua Roma, dudar de la divinidad del emperador constituía alta traición,
como muchos cristianos descubrieron en el circo. Enseñar a los niños a juzgar a
sus mayores de esta forma tampoco era inusual en el Tercer Reich. La señorita
Germanotta gritará un mensaje de tolerancia, pero sólo para ella misma y sus
seguidores.
En el umbral de la Basílica de
San Pedro, me giré a ellas y les dije: “No creo que en la definición de ti
mismo importe mucho con quien mantienes relaciones sexuales para decir quien
eres realmente”. Las chicas se rieron y cuchichearon entre ellas.
Esta conversación se me quedó
grabada durante los siguientes días, algunos momentos de la misma me
preocuparon profundamente.
Como acto de penitencia, vi
varios vídeos de Lady Gaga durante los siguientes días (la mayoría con el
sonido desactivado, que al fin y al cabo tampoco estamos en Cuaresma), y me
llamó la atención el hecho de que los enormes grupos de modelos organizados
para las superproducciones de 4 minutos, la única cara que se ve es la de la
señorita Germanotta. Los magníficos cuerpos que giran y se ondulan están
siempre privados de caras. Parecen máquinas para proveer placer (y beneficios)
a sólo una persona: la señorita Germanotta. Su mundo es decididamente
Gaga-céntrico, todos los demás son sus satélites en las sombras.
Miguel Ángel se rodeó de un número
similar de cuerpos (incluso menos vestidos) para su Juicio Final. Estos cuerpos
rodean la figura de Cristo el Juez, al igual que los bailarines rodean a la
señorita Germanotta. Los desnudos de Miguel Ángel, sin embargo, tiene caras, y
lo más importante, almas. El espectáculo del remolino de cuerpos rodeando a una
joven de 25 años que proclama que no hay nada como el pecado (excepto no
adoptar su estilo de vida), es como una parodia de Mad Magazine del Cristo
triunfante de Miguel Ángel que atrae las almas hacia él después de sufrir y
morir para redimir los pecados de la humanidad.
Lo que me lleva al punto más
chocante de las extravagancias de Lady Gaga. Parece que después de tantos años,
no hay imagen más poderosa que el amor, el sufrimiento y el compromiso total
que la producida por el Cristianismo. Me temo que muchos de sus seguidores no
saben lo que es una religiosa (de hecho, las niñas estaban fascinadas por las
religiosas), pero el hábito religioso todavía proclama la castidad y el
compromiso con algo y Alguien más grande que uno mismo. Mantiene su poder,
razón por la que una estrella del pop haya intentado explotarlo. En videolandia
donde menos (ropa) es más y la novedad lo es todo, la tradición todavía puede
cautivar y desestabilizar. La señorita Germanotta puede intentar exorcizar sus
raíces católicas con chistes sobre monjas de látex, pero la sencillez que ella
ridiculiza será siempre más simbólica que sus extravagantes bufonerías.
Nadie ha sido capaz de superar la
imagen del sufrimiento por amor ejemplificada por la pasión de Jesucristo. La
corona de espinas, los brazos extendidos, las heridas y la humillación han
alimentado a muchos más que una estrella del pop buscando atención. Ninguna
estrella pop fantasea sobre la extracción azteca de corazones o la decapitación
de la Revolución Francesa, pero sin embargo sí erotizan con el sufrimiento de
Cristo, porque admiten sus efectos duraderos. Jesús sufrió, no por una
excitación física vana como la señorita Germanotta, y lo que queremos conocer
es la profundidad de su amor, un amor que está disponible para todos. Y de
nuevo, la señorita Gemanotta no entiende que la sexualidad omnívora no es lo
mismo que el amor universal.
Stefani Germanotta creció en una
familia católica romana. Recibió los sacramentos y fue a una escuela católica,
al contrario que los fans que la adoran que ignoran el Cristianismo. La
señorita Germanotta cogió sus “talentos”, y los vendió por una cantidad más
considerable de plata que su predecesor, Judas. Una todavía puede esperar y
rezar para que ella no siga el camino de la desesperación, llevando a sus
discípulos con ella.
* * *
Elizabeth Lev enseña Arte y
arquitectura cristianos en el campus italiano de la Universidad de Duquesne y
en el programa de estudios católicos de la Universidad de St. Thomas. Se le
puede contactar en: lizlev@zenit.org
Fuente: www.zenit.org
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