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domingo, 30 de diciembre de 2012

Texto completo del Papa en el Ángelus:"Hacer del mundo un verdadero hogar" (30-12-12)

¡Queridos hermanos y hermanas!

Hoy es la fiesta de la Santa Familia de Nazaret. En la liturgia, el pasaje del Evangelio de Lucas nos presenta a la Virgen María y a san José que, fieles a la tradición, suben a Jerusalén para la Pascua junto con un Jesús de doce años. La primera vez en la que Jesús había entrado en el Templo del Señor fue a los cuarenta días después de su nacimiento, cuando sus padres habían ofrecido por él « un par de tórtolas o de pichones de paloma» (Lc 2,24), o sea la ofrenda de los pobres. «Lucas, cuyo entero Evangelio está lleno de una teología de los pobres y de la pobreza, hace entender… que la familia de Jesús estaba incluida entre los pobres de Israel; nos hace entender que justamente entre ellos podía madurar el cumplimiento de la promesa» (La infancia de Jesús, 96). Hoy Jesús está de nuevo en el Templo, pero esta vez tiene un rol diferente, que lo involucra en primera persona. Él cumple, con María y José, la peregrinación a Jerusalén según cuanto prescribe la Ley (cfr Es 23,17; 34,23ss), aunque todavía no había cumplido los trece años: signo de la profunda religiosidad de la Santa Familia. Cuando, sin embargo, sus padres vuelven hacia Nazaret, ocurre algo inesperado: Él, sin decir nada, se queda en la Ciudad. Por tres días María y José lo buscan y lo encuentran en el Templo, conversando con los maestros de la Ley (cfr Lc 2,46-47); y cuando le piden explicaciones, Jesús responde que no deben sorprenderse, porque aquel es su lugar, aquella es su casa, junto al Padre, que es Dios (cfr La infancia de Jesús, 143). «Él – escribe Orígenes – profesa que está en el templo de su Padre, aquel Padre que nos ha revelado a nosotros y del cual ha dicho que es su Hijo» (Homilías sobre el Evangelio de Lucas, 18, 5).

La preocupación de María y José por Jesús es la misma de cada padre que educa a un hijo, lo introduce a la vida y a la comprensión de la realidad. Hoy por lo tanto es necesaria una especial oración al Señor por todas las familias del mundo. Imitando a la santa Familia de Nazaret, que los padres se preocupen seriamente por el crecimiento y la educación de los propios hijos, para que maduren como hombres responsables y ciudadanos honestos, sin jamás olvidar que la fe es un don precioso que hay que alimentar en los propios hijos también con el ejemplo personal. Al mismo tiempo, oremos para que cada niño sea acogido como don de Dios, sea sostenido por el amor del padre y de la madre, para poder crecer como el Señor Jesús «en sabiduría, edad y gracia ante Dios y los hombres» (Lc 2,52). Que el amor, la fidelidad y la dedición de María y José sirvan de ejemplo para todos los esposos cristianos, que no son los amigos o los dueños de la vida de sus hijos, sino los custodios de este don incomparable de Dios.

El silencio de José, hombre justo (cfr Mt 1,19), y el ejemplo de María, que guardaba todo en su corazón (cfr Lc 2,51), nos hagan entrar en el misterio lleno de fe y de humanidad de la Santa Familia. Deseo a todas las familias cristianas vivir en presencia de Dios con el mismo amor y con el mismo gozo de la familia de Jesús, María y José. 

Traducción del italiano: Raúl Cabrera

Multitudinaria Misa de Confirmación en Cieneguilla

“El Espíritu Santo es un gran amigo que te habla en el fondo del alma siempre y lo que dice es: Da buen ejemplo, que los demás vean que eres bueno”, expresó el Cardenal Juan Luis Cipriani en la Santa Misa que presidió en la Iglesia San José, de Tambo Viejo en Cieneguilla, donde administró el sacramento de la Confirmación a más de 600 jóvenes y adultos pertenecientes a las comunidades parroquiales de La Preciosísima Sangre (Cienguilla); Jesús, Camino, Verdad y Vida (La Molina) y El Espíritu Santo (Manchay).



El Arzobispo de Lima recordó la importancia de recordar siempre que hay un solo Dios y Tres Personas, y una de ellas es el Espíritu Santo, quien es el gran amigo que habla en la conciencia.

“Cuando tú sientes en el interior una voz que te dice: “No hagas eso que está mal, obedece a tus padres, acércate a la Misa, evita esa compañía, reza a esta imagen tan bonita de la Virgen”, quien habla es el Espíritu Santo; por eso óyelo, Él siempre estará contigo, nunca estamos solos”, señaló.

“El Espíritu Santo nos dice: Ustedes tienen que ser testigos, cuando te vean a ti que digan “tiene fe, ama a Cristo, forma parte de la Iglesia, se le ve en lo que habla y hace”. Y la gente se preguntará: “¿Cómo lo hace?”. Entonces ustedes responderán: Yo tengo un amigo, el Espíritu Santo que me dice: Da ejemplo y muéstrales a los demás que estoy contigo”, afirmó.

Por último agradeció a todas las personas que colaboraron con la formación y preparación de los confirmandos.

“Le agradezco mucho a quienes los han preparado para la Confirmación, agradezco mucho a los papás y padrinos. A todos ustedes que sepan que el Cardenal es un amigo que los quiere mucho. Hay que seguir creciendo, hay que seguir aumentando ese amor de Dios y hay que cuidar mucho a la familia”, culminó.

Al finalizar la celebración eucarística todos los presentes le rindieron un significativo homenaje al Cardenal Cipriani por su reciente onomástico. Asimismo, se anunció la próxima construcción de una escuela y de los salones parroquiales de la Iglesia San José de Cieneguilla.

Concelebraron con el Cardenal Cipriani Monseñor Adriano Tomasi, OFM, Obispo Auxiliar de Lima; Monseñor Dante Frasnelli, Obispo Prelado Emérito de Huari; el Padre José Chuquillanqui, párroco de Manchay; y los vicarios parroquiales, el Padre Manuel Zegarra, el Padre Litman Rodríguez y el Padre Wilman Cuyutupac.

Participaron de la Santa Misa el alcalde de Cieneguilla, Sr. Emilio Chávez Huaringa, junto a su esposa; así como el comisario del distrito, Cmdte. PNP Oscar Rodríguez Valles.
Fuente: Arzobispado de Lima

"En este nuevo año defendamos el valor de la vida, el matrimonio y la familia"


El Cardenal Juan Luis Cipriani pidió que en el 2013 todos los peruanos pongamos énfasis en el respeto y la defensa de la vida desde el primer instante de la concepción y de la familia como la principal escuela de formación de los hijos. Estas exhortaciones las dirigió en el último programa Diálogo de Fe del año, el sábado 29 de diciembre.

"Tengamos siempre a la familia como centro, porque la familia tiene un rol imposible de suplir. Los programas sociales para mejorar la educación tienen que nuclearse en la familia, que es la responsable de la formación espiritual, humana y científica de los hijos. Es en el seno de la familia donde se dan las mejores condiciones", señaló.

"La familia es lo más básico e inclusivo que se puede pensar porque ahí todos nos sentimos arropados. Hay que pedirle a Dios que en este nuevo año ese pensamiento nuevo defienda el valor de la vida, el matrimonio y la familia. Defendamos el punto de partida donde nacen los seres humanos, se forman y educan", prosiguió.

En otro momento, lamentó que existan ideologías en el mundo actual que atenten contra la familia y la vida.

"Hace algunos años en reuniones de Naciones Unidas, por ejemplo, han determinado hacer daño a la familia en El Cairo (Egipto) y Beijing (China), los "sabios de oriente" quisieron hacer una familia a su antojo, se han demorado 15 años y han empezado a destruir a la familia, porque no hacen lo contrario y becan a la madre o al padre de familia", reflexionó.

En defensa de la vida desde la concepción

El Arzobispo de Lima animó a todos los peruanos a defender la vida desde el primer instante de la concepción; ante la amenaza de grupos minoritarios que quieren imponer la legalización del aborto.

"Quien no le da ocasión de vivir al más inocente (concebido) está muy enfermo. Sus decisiones de trabajo, familiares y políticas van a ser muy complicadas, porque está envilecido", refirió.

"Si valoramos lo que Dios ha puesto entre nosotros, porqué vamos a manipular la vida de otros, porqué vamos a querer liberalizar el aborto, no se dan cuenta de que están huyendo del respeto más grande. (El aborto) es una herida muy grande", refirió.

También defendió el matrimonio de un hombre con una mujer para toda la vida.

"Lo mismo decimos del matrimonio. La estructura del matrimonio ha dado origen a nuestra vida en una complementariedad maravillosa, ¿cómo pueden ahora renunciar a ello?, no se dan cuenta que el hombre y la mujer se unen en un matrimonio complementario que origina la vida. Porqué quieren romper la estructura básica del matrimonio, eso es un daño muy grande que envilece", continuó.

Sobre las cábalas de fin de Año

El Cardenal Cipriani recordó que las cábalas de fin de año no obedecen a las enseñanzas de la Iglesia. De esta manera animó a los fieles a reconocer que la "mejor cábala" es ser una buena persona.

"Yo no creo en ninguna de las cábalas. Creo que la mejor cábala es ser una buena persona, honrado, capaz y tener un mínimo de experiencia en lo que se quiere hacer. Y todos esos deseos tienen que sembrarse con el ejemplo y la oración. No es un sueño. Más bien un sueño es pensar que porque te das una vuelta y comes unas uvas te va a ir bien, lo respeto pero no lo comparto, a todas esas cosas esotéricas no les veo ningún sentido", señaló.

"Pero sí le veo sentido al que siembra con su ejemplo y paciencia, tal vez demora un poco pero llegará la alegría. Y también creo que hay una justicia divina, quien se porta mal se hace una herida en el alma, y se tiene que curar con el sacramento de la Confesión. Por eso todos estos deseos de tener salud, trabajo y de que la familia vaya bien tienen que sembrarse con el ejemplo y con la oración", añadió.

Finalmente, hizo referencia a los buenos deseos y planes que el Presidente Ollanta Humala ha manifestado en los medios de comunicación, para el Perú en el 2013, recordando que todos los programas de desarrollo e inclusión engranan perfectamente con el respeto a la vida, al matrimonio y a la familia.

"Cuando escuchamos al Señor Presidente, con tanto respeto, hablarnos de su resumen del año y esos deseos de año nuevo creo que en todo ese planteamiento también engrana el respeto a la vida, al matrimonio y a la familia; y no aceptar esos relativismos que se imponen en plan de dictadura. Todo ataque a la verdad es un ataque a la familia, a la vida y a la paz, respetemos la verdad. Un feliz año a todos", culminó.

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viernes, 28 de diciembre de 2012

Extremistas musulmanes matan 6 personas e incendian iglesia en Nigeria en Nochebuena

Un grupo armado atacó durante la Nochebuena una iglesia del norte de Nigeria y mató a seis personas antes de prender fuego al templo, según fuentes policiales citadas por la cadena de televisión estadounidense CNN.

Entre las víctimas figura un religioso, han explicado estas fuentes, que no han aclarado el lugar exacto del ataque.

Las fiestas de Navidad suelen ser días potencialmente peligrosos para los fieles cristianos que acuden a las iglesias de Nigeria, como quedó de manifiesto tanto el año pasado como en 2010. En la Navidad de ambos años se produjeron una serie de ataques que se saldaron con decenas de muertos.

Las autoridades culpan a la secta islamista Boko Haram, que trata de imponer la 'sharia' en el país africano, de estar detrás de los ataques contra cristianos. En Nigeria viven alrededor de 160 millones de personas que se reparten a partes prácticamente iguales entre musulmanes y cristianos.

Al menos 2.800 personas han muerto desde que Boko Haram se alzó en armas contra el Gobierno en 2009, según un balance de la ONG Human Rights Watch.

Sin embargo, esta secta no es el único grupo radical activo en la parte septentrional del país, donde también actúa Ansaru. Esta milicia se ha atribuido el asalto contra unas instalaciones de la policía en Abuya que permitió el mes pasado la liberación de cientos de presos y el secuestro, la semana pasada, de un ciudadano francés en la localidad de Rimi.
Fuente: aciprensa.com

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Texto del Ángelus del Papa: Vencer miedos e inercias para dar razón de la esperanza con audacia y sabiduría

TEXTO PALABRAS DEL PAPA EN IDIOMA ESPAÑOL ÁNGELUS 26.12.12

"Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua española aquí presentes y a cuantos participan en esta oración mariana a través de los medios de comunicación social. La fiesta de San Esteban prolonga el fervor de la Navidad y se convierte en una invitación a pedir al Niño Dios que renueve nuestra fe y la haga más activa por la caridad. A Él también le suplicamos que el ejemplo de fidelidad al Evangelio de este primer mártir ayude a los cristianos a vencer sus miedos e inercias, para que así puedan dar razón de su esperanza a quien se la pidiere, con audacia y sabiduría. De nuevo deseo a todos una santa y feliz Navidad. Muchas gracias".


TEXTO PALABRAS DEL PAPA EN IDIOMA ITALIANO ÁNGELUS 26.12.12

Queridos hermanos y hermanas:
Cada año, el día después de la Navidad del Señor, la liturgia nos hace celebrar la fiesta de san Esteban, diácono y primer mártir. El libro de los Hechos de los Apóstoles nos lo presenta como a un hombre lleno de gracia y de Espíritu Santo (cfr At 6,8-10; 7,55); en él se verificó plenamente la promesa de Jesús reportada por el texto evangélico de hoy, que los creyentes llamados a dar testimonio en circunstancias difíciles y peligrosas no serán abandonados e indefensos: el Espíritu de Dios hablará en ellos (cfr Mt 10,20). El diácono Esteban, en efecto, obró, habló y murió animado por el Espíritu Santo, testimoniando el amor de Cristo hasta el extremo sacrificio. El primer mártir viene descrito, en su sufrimiento, como imitación perfecta de Cristo, cuya pasión se repite hasta en los detalles. La vida de san Esteban está enteramente plasmada por Dios, configurada a Cristo; en el momento final de la muerte, de rodillas, él eleva la oración de Jesús en la cruz, confiándose al Señor (cfr At 7,59) y perdonando a sus enemigos: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado"(v. 60). Lleno del Espíritu Santo, mientras sus ojos están por apagarse, él fija la mirada en “Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios” (v. 55), Señor de todo y que a todos atrae a Él.

En el día de san Esteban, también nosotros estamos llamados a fijar la mirada sobre el Hijo de Dios que en el gozo de la Navidad contemplamos en el misterio de su Encarnación. Con el Bautismo y la Confirmación, con el precioso don de la fe alimentada por los Sacramentos, especialmente por la Eucaristía, Jesucristo nos ha unido a Sí y quiere continuar en nosotros, con la acción del Espíritu Santo, su obra de salvación, que todo lo rescata, mejora, eleva y conduce a cumplimiento. Dejarse atraer por Cristo, como hizo san Esteban, significa abrir la propia vida a la luz que nuevamente la llama, la orienta y la hace recorrer el camino del bien, el camino de una humanidad según el diseño del amor de Dios.
Finalmente, san Esteban es un modelo para todos aquellos que quieren colocarse al servicio de la nueva evangelización. El demuestra que la novedad del anuncio no consiste propiamente en el uso de métodos o técnicas originales, que ciertamente tienen su propia utilidad, sino en el ser colmados del Espíritu Santo y dejarse conducir por El. La novedad del anuncio está en la profundidad de la inmersión en el misterio de Cristo, de la asimilación de su palabra y de su presencia en la Eucaristía, de modo que Él mismo, Jesús vivo, pueda hablar y actuar en su enviado. En sustancia, el evangelizador se hace capaz de llevar a Cristo a los demás de manera eficaz cuando vive de Cristo, cuando la novedad del Evangelio se manifiesta en su misma vida. Recemos a la Virgen María, para que la Iglesia, en este Año de la fe, vea multiplicarse a los hombres y a las mujeres que, como san Esteban, saben dar un testimonio convencido y valeroso del Señor Jesús. 
Traducción: Patricia L. Jáuregui Romero

Reiterando que el día después de la Navidad, conmemoramos, el martirio del diácono Esteban, Benedicto XVI hizo hincapié también en francés, inglés, alemán, portugués y polaco, que este primer mártir muestra que el nacimiento del Hijo de Dios inauguró para la humanidad «una nueva era, la del amor»: 

«El amor hace caer las barreras entre las personas», subrayó el Papa en francés, añadiendo que nos «hace hermanos en la reconciliación, por medio del perdón dado y recibido». «Que la intercesión de San Esteban, fiel al Señor hasta el final, sostenga a los cristianos perseguidos y que nuestra oración los aliente!», pidió el Santo Padre, invitando a perseverar sin temor en el testimonio de la fe.

Con su bienvenida y saludos en inglés, el Santo Padre deseó que, al igual que san Esteban, seamos bendecidos por la gracia de Dios para tener el valor de hablar y defender la verdad de nuestra fe en público, con caridad y constancia. 

San Esteban vio los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios, recordó Benedicto XVI en sus palabras en alemán, evocando los Hechos de los Apóstoles y recordando que con su testimonio y su martirio, confirma el mensaje de la Encarnación, mostrando que el hombre que se vuelve hacia Cristo, Palabra divina, se encuentra con Dios y queda transformado por el poder del amor en la nueva creación de Dios en él. 

Benedicto XVI, también en portugués, deseó a los peregrinos que su venida a Roma llene de paz y alegría sus corazones, con una adhesión viva a Cristo, como hizo san Esteban. Y concluyó su evocación de san Esteban, con sus saludos en polaco, deseando que por intercesión del primer mártir pidamos a Dios para que en la vida cotidiana, nunca nos falten la sabiduría y la valentía, la fe y el amor, que encuentran su cumplimiento en la gloria del Señor.

En sus saludos a los peregrinos de lengua italiana, en particular a los jóvenes del Movimiento de los Focolares, provenientes de muchos países del mundo el Papa deseó que el ejemplo de la beata Chiara Badano los ayude en el camino de la fe y concluyó con sus mejores deseos de alegría, en la luz y en la paz de la Navidad del Señor.

(CdM - RV)

Mensaje navideño del Santo Padre: «La verdad ha brotado de la tierra»

«Veritas de terra orta est» - «La verdad ha brotado de la tierra» (Sal 85,12)

Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero, feliz Navidad a todos vosotros y vuestras familias.

Expreso mi felicitación esta Navidad, en este Año de la fe, con estas palabras tomadas del Salmo: «La verdad brota de la tierra». En realidad, en el texto del Salmo las encontramos en futuro: «La verdad brotará de la tierra»; es un anuncio, una promesa, acompañada de otras expresiones que juntas suenan así: «La misericordia y la verdad se encontrarán, / la justicia y la paz se besarán; / la verdad brotará de la tierra, / y la justicia mirará desde el cielo; / el Señor nos dará la lluvia, / y nuestra tierra dará su fruto. / La justicia marchará ante él, / la salvación seguirá sus pasos» (Sal 85,11-14). 

Hoy, esta palabra profética se ha cumplido. En Jesús, nacido en Belén de la Virgen María, se han encontrado realmente la misericordia y la verdad, la justicia y la paz se han besado; la verdad ha brotado de la tierra y la justicia mira desde el cielo. San Agustín explica con feliz concisión: «¿Qué es la verdad? El Hijo de Dios. ¿Qué es la tierra? La carne. Investiga de dónde nació Cristo, y verás que la verdad nació de la tierra… la verdad nació de la Virgen María» (En. in Ps. 84, 13). Y en un sermón de Navidad afirma: «Con esta festividad anual celebramos, pues, el día en que se cumplió la profecía: “La verdad ha brotado de la tierra, y la justicia ha mirado desde el cielo”. La Verdad que mora en el seno del Padre ha brotado de la tierra para estar también en el seno de una madre. La Verdad que contiene al mundo, ha brotado de la tierra para ser llevada por manos de una mujer… La Verdad a la que no le basta el cielo, ha brotado de la tierra para ser colocada en un pesebre. ¿En bien de quién vino con tanta humildad tan gran excelsitud? Ciertamente, no vino para bien suyo, sino nuestro, a condición de que creamos» (Serm. 185, 1).

«A condición de que creamos». Ahí está el poder de la fe. Dios ha hecho todo, ha hecho lo imposible, se ha hecho carne. Su omnipotencia de amor ha realizado lo que va más allá de la comprensión humana, el Infinito se ha hecho niño, ha entrado en la humanidad. Y sin embargo, este mismo Dios no puede entrar en mi corazón si yo no le abro la puerta. Porta fidei. La puerta de la fe. Podríamos quedar sobrecogidos, ante nuestra omnipotencia a la inversa. Este poder del hombre de cerrarse a Dios puede darnos miedo. Pero he aquí la realidad que aleja este pensamiento tenebroso, la esperanza que vence el miedo: la verdad ha brotado. Dios ha nacido. «La tierra ha dado su fruto» (Sal 67,7). Sí, hay una tierra buena, una tierra sana, libre de todo egoísmo y de toda cerrazón. Hay en el mundo una tierra que Dios ha preparado para venir a habitar entre nosotros. Una morada para su presencia en el mundo. Esta tierra existe, y también hoy, en 2012, de esta tierra ha brotado la verdad. Por eso hay esperanza en el mundo, una esperanza en la que poder confiar, incluso en los momentos y en las situaciones más difíciles. La verdad ha brotado trayendo amor, justicia y paz.

Sí, que la verdad brote para la población de Siria, profundamente herida y dividida por un conflicto que no respeta ni siquiera a los enfermos y cosecha víctimas inocentes. Una vez más hago un llamamiento para que cese el derramamiento de sangre, se faciliten las ayudas a los prófugos y a los desplazados y, a través del diálogo, se alcance una solución política al conflicto.

Que la paz brote en la Tierra donde nació el Redentor, y él conceda a israelíes y palestinos la valentía de poner fin a tantos años de luchas y divisiones, y emprender con decisión la vía de la negociación.

Que en los países del Norte de África, que atraviesan una profunda transición en la búsqueda de un nuevo futuro – en particular en Egipto, la amada tierra bendecida por la infancia de Jesús – los ciudadanos construyan juntos sociedades basadas en la justicia, el respeto de la libertad y la dignidad de cada persona.

Que la paz brote en el vasto continente asiático. Que el Niño Jesús mire con benevolencia a los numerosos pueblos que habitan en aquellas tierras y, de modo especial, a cuantos creen en él. Que el Rey de la Paz dirija su mirada a los nuevos dirigentes de la República Popular China en el alto cometido que les espera. Expreso mis mejores deseos de que en esta misión se valore la contribución de las religiones, respetando a cada una de ellas, de modo que puedan contribuir a la construcción de una sociedad solidaria, para bien de ese noble pueblo y del mundo entero. 

Que la Navidad de Cristo favorezca la vuelta de la paz en Malí y de la concordia en Nigeria, donde crueles atentados terroristas continúan causando víctimas, particularmente entre los cristianos. Que el Redentor ayude y consuele a los prófugos del Este de la República Democrática del Congo y conceda la paz a Kenia, donde sangrientos atentados han golpeado la población civil y los lugares de culto.

Que el Niño Jesús bendiga a los numerosos fieles que lo celebran en Latinoamérica. Que haga crecer sus virtudes humanas y cristianas, sostenga a cuantos se han visto obligados a emigrar lejos de su familia y de su tierra. Que fortalezca a los gobernantes en su compromiso por el desarrollo y en la lucha contra la criminalidad. 

Queridos hermanos y hermanas, amor y verdad, justicia y paz se han encontrado, se han encarnado en el hombre nacido de María en Belén. Ese hombre es el Hijo de Dios, es Dios que ha entrado en la historia. Su nacimiento es un brote de vida nueva para toda la humanidad. Que todas las tierras sean una tierra buena, que acoge y hace brotar el amor, la verdad, la justicia y la paz. Feliz Navidad.

(María Fernanda Bernasconi – RV).

Homilía de Benedicto XVI en la Misa de Nochebuena: Vayamos allá, a Belén

Queridos hermanos y hermanas

Una vez más, como siempre, la belleza de este Evangelio nos llega al corazón: una belleza que es esplendor de la verdad. Nuevamente nos conmueve que Dios se haya hecho niño, para que podamos amarlo, para que nos atrevamos a amarlo, y, como niño, se pone confiadamente en nuestras manos. Dice algo así: Sé que mi esplendor te asusta, que ante mi grandeza tratas de afianzarte tú mismo. Pues bien, vengo por tanto a ti como niño, para que puedas acogerme y amarme.

Nuevamente me llega al corazón esa palabra del evangelista, dicha casi de pasada, de que no había lugar para ellos en la posada. Surge inevitablemente la pregunta sobre qué pasaría si María y José llamaran a mi puerta. ¿Habría lugar para ellos? Y después nos percatamos de que esta noticia aparentemente casual de la falta de sitio en la posada, que lleva a la Sagrada Familia al establo, es profundizada en su esencia por el evangelista Juan cuando escribe: «Vino a su casa, y los suyos no la recibieron» (Jn 1,11). Así que la gran cuestión moral de lo que sucede entre nosotros a propósito de los prófugos, los refugiados, los emigrantes, alcanza un sentido más fundamental aún: ¿Tenemos un puesto para Dios cuando él trata de entrar en nosotros? ¿Tenemos tiempo y espacio para él? ¿No es precisamente a Dios mismo al que rechazamos? Y así se comienza porque no tenemos tiempo para él. Cuanto más rápidamente nos movemos, cuanto más eficaces son los medios que nos permiten ahorrar tiempo, menos tiempo nos queda disponible. ¿Y Dios? Lo que se refiere a él, nunca parece urgente. Nuestro tiempo ya está completamente ocupado. Pero la cuestión va todavía más a fondo. ¿Tiene Dios realmente un lugar en nuestro pensamiento? La metodología de nuestro pensar está planteada de tal manera que, en el fondo, él no debe existir. Aunque parece llamar a la puerta de nuestro pensamiento, debe ser rechazado con algún razonamiento. Para que se sea considerado serio, el pensamiento debe estar configurado de manera que la «hipótesis Dios» sea superflua. No hay sitio para él. Tampoco hay lugar para él en nuestros sentimientos y deseos. Nosotros nos queremos a nosotros mismos, queremos las cosas tangibles, la felicidad que se pueda experimentar, el éxito de nuestros proyectos personales y de nuestras intenciones. Estamos completamente «llenos» de nosotros mismos, de modo que ya no queda espacio alguno para Dios. Y, por eso, tampoco queda espacio para los otros, para los niños, los pobres, los extranjeros. A partir de la sencilla palabra sobre la falta de sitio en la posada, podemos darnos cuenta de lo necesaria que es la exhortación de san Pablo: «Transformaos por la renovación de la mente» (Rm 12,2). Pablo habla de renovación, de abrir nuestro intelecto (nous); habla, en general, del modo en que vemos el mundo y nos vemos a nosotros mismos. La conversión que necesitamos debe llegar verdaderamente hasta las profundidades de nuestra relación con la realidad. Roguemos al Señor para que estemos vigilantes ante su presencia, para que oigamos cómo él llama, de manera callada pero insistente, a la puerta de nuestro ser y de nuestro querer. Oremos para que se cree en nuestro interior un espacio para él. Y para que, de este modo, podamos reconocerlo también en aquellos a través de los cuales se dirige a nosotros: en los niños, en los que sufren, en los abandonados, los marginados y los pobres de este mundo.

En el relato de la Navidad hay también una segunda palabra sobre la que quisiera reflexionar con vosotros: el himno de alabanza que los ángeles entonan después del mensaje sobre el Salvador recién nacido: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace». Dios es glorioso. Dios es luz pura, esplendor de la verdad y del amor. Él es bueno. Es el verdadero bien, el bien por excelencia. Los ángeles que lo rodean transmiten en primer lugar simplemente la alegría de percibir la gloria de Dios. Su canto es una irradiación de la alegría que los inunda. En sus palabras oímos, por decirlo así, algo de los sonidos melodiosos del cielo. En ellas no se supone ninguna pregunta sobre el porqué, aparece simplemente el hecho de estar llenos de la felicidad que proviene de advertir el puro esplendor de la verdad y del amor de Dios. Queremos dejarnos embargar de esta alegría: existe la verdad. Existe la pura bondad. Existe la luz pura. Dios es bueno y él es el poder supremo por encima de todos los poderes. En esta noche, deberíamos simplemente alegrarnos de este hecho, junto con los ángeles y los pastores. 

Con la gloria de Dios en las alturas, se relaciona la paz en la tierra a los hombres. Donde no se da gloria a Dios, donde se le olvida o incluso se le niega, tampoco hay paz. Hoy, sin embargo, corrientes de pensamiento muy difundidas sostienen lo contrario: la religión, en particular el monoteísmo, sería la causa de la violencia y de las guerras en el mundo; sería preciso liberar antes a la humanidad de la religión para que se estableciera después la paz; el monoteísmo, la fe en el único Dios, sería prepotencia, motivo de intolerancia, puesto que por su naturaleza quisiera imponerse a todos con la pretensión de la única verdad. Es cierto que el monoteísmo ha servido en la historia como pretexto para la intolerancia y la violencia. Es verdad que una religión puede enfermar y llegar así a oponerse a su naturaleza más profunda, cuando el hombre piensa que debe tomar en sus manos la causa de Dios, haciendo así de Dios su propiedad privada. Debemos estar atentos contra esta distorsión de lo sagrado. Si es incontestable un cierto uso indebido de la religión en la historia, no es verdad, sin embargo, que el «no» a Dios restablecería la paz. Si la luz de Dios se apaga, se extingue también la dignidad divina del hombre. Entonces, ya no es la imagen de Dios, que debemos honrar en cada uno, en el débil, el extranjero, el pobre. Entonces ya no somos todos hermanos y hermanas, hijos del único Padre que, a partir del Padre, están relacionados mutuamente. 

Qué géneros de violencia arrogante aparecen entonces, y cómo el hombre desprecia y aplasta al hombre, lo hemos visto en toda su crueldad el siglo pasado. Sólo cuando la luz de Dios brilla sobre el hombre y en el hombre, sólo cuando cada hombre es querido, conocido y amado por Dios, sólo entonces, por miserable que sea su situación, su dignidad es inviolable. En la Noche Santa, Dios mismo se ha hecho hombre, como había anunciado el profeta Isaías: el niño nacido aquí es «Emmanuel», Dios con nosotros (cf. Is 7,14). Y, en el transcurso de todos estos siglos, no se han dado ciertamente sólo casos de uso indebido de la religión, sino que la fe en ese Dios que se ha hecho hombre ha provocado siempre de nuevo fuerzas de reconciliación y de bondad. En la oscuridad del pecado y de la violencia, esta fe ha insertado un rayo luminoso de paz y de bondad que sigue brillando.

Así pues, Cristo es nuestra paz, y ha anunciado la paz a los de lejos y a los de cerca (cf. Ef 2,14.17). Cómo dejar de implorarlo en esta hora: Sí, Señor, anúncianos también hoy la paz, a los de cerca y a los de lejos. Haz que, también hoy, de las espadas se forjen arados (cf. Is 2,4), que en lugar de armamento para la guerra lleguen ayudas para los que sufren. Ilumina la personas que se creen en el deber aplicar la violencia en tu nombre, para que aprendan a comprender lo absurdo de la violencia y a reconocer tu verdadero rostro. Ayúdanos a ser hombres «en los que te complaces», hombres conformes a tu imagen y, así, hombres de paz.

Apenas se alejaron los ángeles, los pastores se decían unos a otros: Vamos, pasemos allá, a Belén, y veamos esta palabra que se ha cumplido por nosotros (cf. Lc 2,15). Los pastores se apresuraron en su camino hacia Belén, nos dice el evangelista (cf. 2,16). Una santa curiosidad los impulsaba a ver en un pesebre a este niño, que el ángel había dicho que era el Salvador, el Cristo, el Señor. La gran alegría, a la que también el ángel se había referido, había entrado en su corazón y les daba alas.

Vayamos allá, a Belén, dice hoy la liturgia de la Iglesia. Trans-eamus traduce la Biblia latina: «atravesar», ir al otro lado, atreverse a dar el paso que va más allá, la «travesía» con la que salimos de nuestros hábitos de pensamiento y de vida, y sobrepasamos el mundo puramente material para llegar a lo esencial, al más allá, hacia el Dios que, por su parte, ha venido acá, hacia nosotros. Pidamos al Señor que nos dé la capacidad de superar nuestros límites, nuestro mundo; que nos ayude a encontrarlo, especialmente en el momento en el que él mismo, en la Sagrada Eucaristía, se pone en nuestras manos y en nuestro corazón.

Vayamos allá, a Belén. Con estas palabras que nos decimos unos a otros, al igual que los pastores, no debemos pensar sólo en la gran travesía hacia el Dios vivo, sino también en la ciudad concreta de Belén, en todos los lugares donde el Señor vivió, trabajó y sufrió. Pidamos en esta hora por quienes hoy viven y sufren allí. Oremos para que allí reine la paz. Oremos para que israelíes y palestinos puedan llevar una vida en la paz del único Dios y en libertad. Pidamos también por los países circunstantes, por el Líbano, Siria, Irak, y así sucesivamente, de modo que en ellos se asiente la paz. Que los cristianos en aquellos países donde ha tenido origen nuestra fe puedan conservar su morada; que cristianos y musulmanes construyan juntos sus países en la paz de Dios.

Los pastores se apresuraron. Les movía una santa curiosidad y una santa alegría. Tal vez es muy raro entre nosotros que nos apresuremos por las cosas de Dios. Hoy, Dios no forma parte de las realidades urgentes. Las cosas de Dios, así decimos y pensamos, pueden esperar. Y, sin embargo, él es la realidad más importante, el Único que, en definitiva, importa realmente. ¿Por qué no deberíamos también nosotros dejarnos llevar por la curiosidad de ver más de cerca y conocer lo que Dios nos ha dicho? Pidámosle que la santa curiosidad y la santa alegría de los pastores nos inciten también hoy a nosotros, y vayamos pues con alegría allá, a Belén; hacia el Señor que también hoy viene de nuevo entre nosotros. Amén.

(María Fernanda Bernasconi – RV).

jueves, 20 de diciembre de 2012

Texto completo de la catequesis del Papa: "Indefenso poder del Niño que vence las potencias del mundo"

Queridos hermanos y hermanas:
en el camino del Adviento, la Virgen María ocupa un lugar especial, como aquella que de forma única ha esperado el cumplimiento de las promesas de Dios, recibiendo en la fe y en la carne a Jesús, el Hijo de Dios, en obediencia total a la voluntad divina. Hoy quisiera hacer una breve reflexión sobre la fe de María, a partir del gran misterio de la Anunciación.
"Chaire kecharitomene, me Kyrios meta sou", "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo" (Lc 1, 28). Éstas son las palabras – como narra el Evangelista Lucas – con las que el arcángel Gabriel se dirige a María. A primera vista la palabra Chaire, “alégrate”, parece un saludo normal en la costumbre griega, pero esta palabra, cuando se lee en el contexto de la tradición bíblica, adquiere un significado mucho más profundo. Este mismo término está presente cuatro veces en la versión griega del Antiguo Testamento y siempre como un anuncio de alegría por la venida del Mesías (cfr. Sofonías 3,14; Joel 2,21; Zacarías 9:9; Lam 4,21).
«El saludo del ángel a María es, por lo tanto, una invitación a la alegría, a una alegría profunda, anuncia el fin de la tristeza que hay en el mundo ante el límite de la vida, el sufrimiento, la muerte, la maldad, la oscuridad del mal que parece oscurecer la luz de la bondad divina. Es un saludo que marca el comienzo del Evangelio, la Buena Nueva. Pero ¿por qué María es invitada a alegrarse de esta manera? La respuesta está en la segunda parte del saludo: "El Señor está contigo." Aquí, también, con el fin de comprender el significado de la expresión debemos recurrir al Antiguo Testamento. En el libro de Sofonías, encontramos esta expresión "¡Grita de alegría, hija de Sión! ... El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti...¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un salvador poderoso" (3, 14-17). En estas palabras hay una doble promesa hecha a Israel, a la hija de Sión: Dios vendrá como salvador y habitará en medio de su pueblo, en el vientre de la hija de Sión. En el diálogo entre el ángel y María se realiza exactamente esta promesa: se identifica a María con el pueblo elegido por Dios, es verdaderamente la hija de Sión en persona, en ella se cumple la espera de la venida definitiva de Dios, en ella coloca su morada el Dios vivo.
En el saludo del ángel, María es llamada "llena de gracia"; en griego la palabra "gracia" charis, tiene la misma raíz lingüística de la palabra "alegría". También en esta expresión, se aclara aún más la fuente de la alegría de María: la alegría proviene de la gracia, es decir, proviene de la comunión con Dios, por tener una relación tan vital con Él, por ser morada del Espíritu Santo, totalmente plasmada por la acción de Dios. María es la criatura que de una manera única que ha abierto de par en par la puerta a su Creador, se ha puesto en sus manos, sin límites. Ella vive totalmente ‘de’ la y ‘en’ la relación con el Señor; está en actitud de escucha, atenta a percibir los signos de Dios en el camino de su pueblo; está insertada en una historia de fe y de esperanza en las promesas de Dios, que constituye el tejido de su existencia. Y se somete libremente a la palabra recibida, la voluntad divina en la obediencia de la fe.
El Evangelista Lucas narra la vivencia de María a través de un paralelismo con la de Abraham. Así como el gran Patriarca es el padre de los creyentes, que respondió al llamado de Dios a dejar la tierra en que vivía y sus seguridades, para iniciar el camino hacia una tierra desconocida y que poseía sólo en la promesa divina, también María se entrega con la plena confianza a la palabra, que le anuncia el mensajero de Dios y se vuelve modelo y madre de todos los creyentes.
Me gustaría hacer hincapié en otro aspecto importante: la apertura del alma a Dios y a su acción en la fe incluye también el elemento de la oscuridad. La relación entre el ser humano y Dios no borra la distancia entre el Creador y la criatura, no elimina lo que el Apóstol Pablo dice ante la profundidad de la sabiduría de Dios, "¡Qué insondables son sus designios y qué incomprensibles sus caminos! " (Rm 11, 33). Pero, precisamente aquel que - al igual que María - está abierto de forma total a Dios, llega a aceptar la voluntad de Dios, aunque sea un misterio, a pesar de que a menudo no corresponda a su propia voluntad y es una espada que atraviesa el alma, como proféticamente le dice el viejo Simeón a María, en el momento en que Jesús es presentado en el Templo (cfr. Lc 2:35).
El camino de fe de Abraham comprende el momento de la alegría por el don de su hijo Isaac, pero también el momento de oscuridad, cuando tiene que ir al monte Moriah para cumplir un gesto paradójico: Dios le pide que sacrifique a su hijo, que acaba de darle . En la montaña, el ángel le ordena: «No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único». (Génesis 22:12); la plena confianza en Dios de Abraham fiel a las promesas existe incluso cuando su palabra es misteriosa y difícil, casi imposible de comprender. Lo mismo sucede con María, su fe vive la alegría de la Anunciación, pero también pasa a través de la oscuridad de la crucifixión del Hijo, para poder llegar hasta la luz de la Resurrección.
No es diferente para el camino de fe de cada uno de nosotros: encuentra momentos de luz, pero también pasajes en los que Dios parece ausente, su silencio pesa en nuestro corazón y su voluntad no se corresponde con la nuestra, con lo que quisiéramos. Pero cuanto más nos abrimos a Dios, más acogemos el don de la fe, ponemos por completo en Él nuestra confianza - como Abraham y como María - más Él nos hace capaces con su presencia, para vivir cada situación de la vida en paz y en la certeza de su lealtad y su amor. Pero esto significa salir de sí mismos, de nuestros propios proyectos, para que la Palabra de Dios sea la lámpara que guíe nuestros pensamientos y nuestras acciones.
Quisiera volver a centrarme en un aspecto que surge de las historias sobre la infancia de Jesús narradas por San Lucas. María y José traen a su hijo a Jerusalén, al Templo, para presentarlo y consagrarlo al Señor como prescribe la ley de Moisés: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor" (Lc 2:22-24). Este gesto de la Sagrada Familia de Nazaret adquiere un sentido aún más profundo si lo leemos a la luz de la ciencia evangélica de Jesús de doce años que, después de tres días de búsqueda, se encuentra en el Templo discutiendo entre los maestros. A las palabras llenas de preocupación de María y José:: «Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados» corresponde el misterio de la respuesta de Jesús: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?». (Lc 2,48-49). María debe renovar la fe profunda con la que dijo "sí" en la Anunciación; debe aceptar que el verdadero y propio Padre de Jesús tiene precedencia; debe dejar libre a aquel Hijo que ha creado para que siga con su misión. Y el "sí" de María a la voluntad de Dios, en la obediencia de la fe, se repite a lo largo de su vida, hasta el momento más difícil, el de la Cruz.
Frente a todo esto, podemos preguntarnos: ¿cómo ha podido vivir María este camino junto a su Hijo con una fe tan fuerte, incluso en la oscuridad, sin perder la confianza plena en Dios? Hay una actitud de fondo que María asume frente a lo que está sucediendo en su vida. En la Anunciación, ella permanece turbada al oír las palabras del ángel - es el temor que siente un hombre cuando es tocado por la cercanía de Dios -, pero no es la actitud de los que tienen miedo delante de lo que Dios puede pedir. María reflexiona, se interroga sobre el significado de este saludo (cf. Lc 1:29). La palabra griega que se usa en el Evangelio de definir esta "reflexión", "dielogizeto" se refiere a la raíz de la palabra "diálogo". Esto significa que María entra en diálogo íntimo con la Palabra de Dios que le ha sido anunciada, no la considera superficialmente, sino que la sopesa, la deja penetrar en su mente y en su corazón para entender lo que el Señor quiere de ella, el sentido del anuncio. Otro indicio del comportamiento interior de María frente a la acción de Dios lo encontramos, siempre en el Evangelio de San Lucas, en el momento del nacimiento de Jesús, después de la adoración de los pastores. Se dice que María " María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón " (Lc 2:19)... podríamos decir que Ella "tenía unidos", "ponía juntos" en su corazón todos los acontecimientos que le estaban ocurriendo; colocaba cada elemento, cada palabra, cada hecho en el conjunto y lo comparaba, lo conservaba, reconociendo que todo viene de la voluntad de Dios. María no se detiene en una primera comprensión superficial de lo que está sucediendo en su vida, sino que sabe mirar en profundidad, se deja interpelar por los acontecimientos, los procesa, hace discernimiento de ellos, y adquiere aquella comprensión que sólo la fe puede proporcionar. Es la humildad profunda de la fe obediente de María, que acoge dentro de sí mismo incluso aquello que no comprende de la acción de Dios, dejando que sea Dios quien abra su mente y su corazón. " Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor». (Lc 1:45), exclama su pariente Isabel. Y es por su fe que todas las generaciones la llamarán bienaventurada.
Queridos amigos, la solemnidad de la Natividad del Señor, que pronto celebraremos, nos invita a vivir esta misma humildad y la obediencia de fe. La gloria de Dios no se manifiesta en el triunfo y el poder de un rey, no resplandece en una ciudad famosa, en un palacio suntuoso, sino que toma morada en el vientre de una virgen, se revela en la pobreza de un niño. La omnipotencia de Dios, también en nuestra vida, actúa con la fuerza, a menudo silenciosa, de la verdad y del amor. La fe nos dice, pues, que el poder inerme de aquel Niño, al final vence al fragor de los poderes del mundo.
(traducción de Cecilia de Malak y Eduardo Rubió)

martes, 18 de diciembre de 2012

Aclaración del cardenal Juan Luis Cipriani sobre los irrenunciables derechos humanos

Por: Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne
Arzobispo de Lima y Primado del Perú

Los derechos humanos son parte fundamental del mensaje cristiano, como consta en la doctrina de Santo Tomás de Aquino, y que de manera muy significativa desarrolló el Concilio Vaticano II. Ya Aristóteles los aludió en la Ética a Nicomaco y fue tema importante de la filosofía griega y de la rebelión popular de la plebe en Montesacro, Roma, hace 2.500 años.

En mi libro “Catecismo de Doctrina Social”, que publicó el Ateneo Latinoamericano, escribí en 1985 que “los derechos humanos son cualidades rectas y justas que tiene el hombre por su propia condición de persona”. Y añadía, entonces, que “como derechos naturales innatos –con los que el hombre nace, vive y muere–, tienen como fundamento la ley natural, impresa por Dios en la naturaleza humana, para que sea guía y norma de conducta en su vida temporal”.

Me desempeñé más de diez años como pastor en Ayacucho, centro de acción de Sendero Luminoso. En mi calidad de arzobispo, la revista “Caretas” me hizo un reportaje publicado el 14 de abril de 1994, en el que declaré, en lenguaje coloquial, que los derechos humanos son, en un sentido amplio, “el derecho a vivir en libertad, con educación, con trabajo y a actuar libremente”.

Hablando de la situación de Ayacucho, comenté al periodista que la Iglesia tenía en esa ciudad “varios programas de ayuda social y espiritual con los sectores más pobres” y los enumeraba. Terminada la entrevista, acompañé al corresponsal a la puerta de mi casa y, off the record, le dije: “Y durante ese tiempo no he visto a los de la Coordinadora de Derechos Humanos”. Refiriéndome a esa coordinadora –no a los derechos humanos, por supuesto– añadí, con el lenguaje de batalla fuerte de los deportistas: “¡esa…!”. El periodista grabó, sin decírmelo, de manera desleal, ese comentario suelto, confidencial y lo puso al final de su nota.

Sin embargo, y pese a las múltiples aclaraciones hechas desde entonces, quienes no quieren aceptar la verdad continúan con la calumnia de que yo me expresé despectivamente de los derechos humanos, lo que no es cierto. Lamento que, en unas declaraciones al diario “La Vanguardia” de Barcelona, España, nuestro ilustre literato Mario Vargas Llosa, malévolamente informado, haya repetido esa infame falsedad.

En los días previos a la primera vuelta electoral he recibido en mi casa a los candidatos a la Presidencia de la República. Conversé con igual franqueza con Ollanta Humala y su esposa y con Keiko Fujimori, que vino acompañada por Jaime Yoshiyama. Tratamos cordialmente temas de moral, no de política. Como peruano, no pertenezco ni he pertenecido nunca a un partido político. No soy humalista ni fujimorista, ni he sido nunca “cómplice declarado de la dictadura”, como ha afirmado nuestro premio Nobel. Conocí al presidente Alberto Fujimori y compartí con él la preocupación de todos por la pacificación del país; y, por encargo de la Santa Sede, fui representante de la Iglesia en el caso de los rehenes de la residencia del embajador japonés, lo que me llevó a entrevistarme varias veces con él. La democracia política tiene sus normas, el Estado de derecho su marco y la responsabilidad ciudadana su libertad. A ella me atengo, como pastor de almas.

Me han reprochado algunos –también Mario Vargas Llosa– que me haya supuestamente callado cuando esterilizaron a 300.000 mujeres en la sierra durante el segundo gobierno de Fujimori. Nada más falso. No solamente discrepé con el presidente todas las veces que tuve la oportunidad de hacerlo. No solamente le dije que estaba haciendo mal y que no siguiera haciéndolo, sino que, ante una pregunta de un periodista en una entrevista televisada, afirmé públicamente que Fujimori estaba equivocado en esa política y que ya se lo había dicho. Igualmente, le he comentado al presidente Alan García que la política de salud del actual ministro de ese portafolio está reñida con la moral natural en lo concerniente al aborto. A diferencia de otras autoridades, es necesario que el arzobispo de Lima mantenga una relación cordial y firme con el presidente. El que comenzará a gobernar en las próximas Fiestas Patrias será mi quinto vecino.

Soy peruano con DNI, soy numerario del Opus Dei y soy arzobispo de Lima. Cada calidad tiene su ámbito, no hay interferencias. La manipulación mediática y la manera de decir las cosas puede llevar intencionalmente a confusión. Como ciudadano, ejerzo libremente mi derecho al voto; como miembro del Opus Dei –prelatura fundada por San Josemaría Escrivá y bendecida por todos los pontífices, desde su creación en 1928–, participo en los medios de formación que brinda a sus fieles, y como arzobispo y cardenal obedezco únicamente al Santo Padre, el papa Benedicto XVI. En el gobierno de la Arquidiócesis de Lima no me une ligazón alguna con los directivos del Opus Dei.

Frente a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales reitero la libertad que tienen los católicos de votar responsablemente por el candidato que les ofrezca más garantías y credibilidad de trabajar desinteresadamente por el bien común del país. Insisto en el respeto a los derechos humanos, como enseña la Iglesia, que entiende que el ser humano es la única creatura que tiene un fin por sí mismo, y rechazo todo lenguaje mendaz, que ofende la dignidad y la inteligencia de los electores.

Aprovecho la oportunidad para transmitir la bendición apostólica que Su Santidad Benedicto XVI envió hace unos días a todos los peruanos, en la audiencia que tuvo la amabilidad de concederme.

Por mi parte, llevaré a Roma el cariño que los católicos peruanos tenemos al papa Juan Pablo II, uniéndome a mis hermanos del Colegio Cardenalicio en la ceremonia de beatificación que tendrá lugar hoy, para gozo y edificación de toda la cristiandad.

* Artículo publicado en El Comercio, domingo 01 de mayo de 2011

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domingo, 16 de diciembre de 2012

“La presencia de las religiosas contemplativas en Manchay es una gran bendición de Dios”

“El corazón de Manchay está en este nuevo monasterio, de ahí saldrán muchas oraciones, mucho consuelo y mucho amor; y también Dios espera de todos nosotros que seamos solidarios y ayudemos a estas hermanas que hoy entran al monasterio”, expresó el Cardenal Juan Luis Cipriani el sábado 15 de diciembre en la Santa Misa y bendición del nuevo monasterio “San José y Santa Teresa de Jesús” de Manchay, donde religiosas carmelitas descalzas vivirán en claustro orando por la Iglesia, y por las personas de estas zona de la arquidiócesis.

“Es un pequeño milagro de Dios el que se haya construido en este arenal de Manchay un monasterio. Dios actúa siempre en el silencio, con sencillez, con poco ruido; y ha querido que a lo largo de estos años se vaya constituyendo el monasterio, no solo materialmente, sino espiritualmente. Nos hacía mucha falta que en toda la obra social que venimos apoyando en esta zona, estuviera lo central de la vida de la Iglesia, que es el amor a Dios en la oración y en la contemplación”, refirió en la homilía.

“El núcleo de la contemplación está en el monasterio y en el silencio del claustro; pero todos estamos llamados a la contemplación, a ese mirar con los ojos del alma, nos hemos malacostumbrado un poco a saborear las cosas del cielo y les diré que para saborear las cosas del cielo hace falta hacer bien las cosas de la tierra, Dios nos ha dejado este mundo para trabajar, para querernos y para ayudarnos”, continuó.

En otro momento reflexionó sobre la importancia de la vocación contemplativa en la Iglesia.

“La principal actividad del ser humano es amar y contemplar a Dios, es verdad que el trabajo y la vida nos lleva de un lado para otro, pero la contemplación perfecciona y eleva al nivel de Dios nuestros trabajos temporales. La acción sin la contemplación termina en el tiempo, la acción con la contemplación forma parte de la eternidad, son realidades que nos enseña el mismo Jesús”, señaló.

“La contemplación es un regalo de Dios en el que Él escoge, no a todos, a algunos, a quienes ama especialmente, los busca, y a ustedes las busca para que estén el día entero pendientes de Él”, prosiguió.

Las religiosas carmelitas orarán por las intenciones de la Iglesia

El Arzobispo de Lima agradeció al Señor la presencia de las religiosas contemplativas en Manchay.

“A ustedes hermanas carmelitas, Jesús las espera en esta nueva fundación, y como decía Madre Teresa: “las espera en el silencio, en la contemplación de la Eucaristía y en la vida de comunidad”. Ustedes son el alma de la Iglesia, no porque sean mejores, sino porque se dedican a la oración y a la adoración”, mencionó.

“Pueden estar seguras que Jesús nacerá en ese monasterio de una manera muy especial. Dios les pide pobreza total, obediencia y castidad. También les pido una fraternidad intensa. Que el Señor vea que en esta clausura viven en la alegría del amor de Dios y del amor al prójimo, y que su testimonio a todos nosotros nos interrogue”, añadió.

El Cardenal Cipriani recordó que la llegada de las religiosas carmelitas descalzas a Manchay significa una nueva luz y fuerza que nos ayude a amar más y mejor a Jesús.

“Que sepan que en este rincón de Manchay siempre habrá consuelo y generosidad. Por ello hay que dar de nuestra pobreza y vamos a vivir de nuestra entrega, juégate de verdad y verás que la vida es muy bonita”, culminó.

El Arzobispo de Lima agradeció a Monseñor Isidro Barrio, Obispo de Huancavelica, lugar de donde proceden las religiosas carmelitas descalzas.

Concelebraron con el Cardenal Cipriani, el Padre Ángel Zapata OCD., Comisario de los Carmelitas Descalzos en el Perú; el Padre José Tamínez OFM., Vicario Episcopal de Religiosos; el Padre Juan Carlos Rivva SCV., Vicario Episcopal de Pastoral; el Padre Luis Gaspar, Vicario Episcopal de Familia y Vida; el Padre Gino Ruggiero PES., Vicario Episcopal de Educación; así como numerosos sacerdotes de la arquidiócesis de Lima.

La Santa Misa se celebró en el Hogar del Adulto Mayor de Manchay. A su término, las religiosas carmelitas, acompañadas de numerosos fieles, subieron en procesión al monasterio, donde el Cardenal Cipriani presidió la solemne bendición.

Detalles del monasterio

Como se recuerda, la obra monumental del monasterio tiene 10 mil metros cuadrados y cuenta con tres claustros (ambientes); en el primer claustro se encuentran los talleres de trabajo, la sala capitular y el comedor. El segundo claustro se encuentran las celdas (habitaciones), cada una se compone de 3 metros cuadrados, donde las religiosas cuentan con una cama, un crucifijo y una mesa de trabajo. En el tercer claustro se ubican los espacios de recreación, la lavandería y los galpones para la cría de animales menores; además ganando espacio al cerro, se han construido cinco andenes para el cultivo.

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“Este monasterio quiere ser una expresión de esa presencia de Dios en Manchay”


"Animo a la gente a cultivar ese silencio interior para que Dios pueda hablarnos con claridad. Todo el mundo quiere ser bueno pero necesita detener tanto ruido para estar cara a cara con Dios", reflexionó el Cardenal Juan Luis Cipriani en el programa Diálogo de Fe del sábado 15 de diciembre.

El Arzobispo de Lima mencionó que la Iglesia de Lima hoy tiene una alegría muy grande porque se inaugurará el monasterio de clausura "San José y Santa Teresa de Jesús" de Manchay.

Por su parte, el Padre José Chuquillanqui, párroco de Manchay, manifestó que el Papa Benedicto XVI, al convocarnos a un Año de la Fe, quiere invitarnos a replantearnos cómo estamos viviendo nuestra fe, la cual tiene que estar manifestada en obras.

Es así que nace el proyecto de construir un monasterio de clausura en Manchay, donde 12 religiosas carmelitas descalzas provenientes de Huancavelica serán esa fuerza espiritual que ayudará a que el desarrollo social y material impulsado por la Iglesia continúe dando frutos.

"En medio del silencio de su monasterio las religiosas le darán a Manchay la fortaleza espiritual para su lucha de cada día. Estas monjas, a través del silencio de su clausura, van a fortalecernos. Una oración será un pulmón de oxigenación espiritual, un corazón desde donde va a fluir la vida espiritual", expresó.

"Quiero agradecer a las personas que hicieron posible a través del Arzobispado esta obra tan bonita. Frente a tantos anuncios catastróficos mire lo que la Iglesia de Lima ha construido en Manchay. Esto podríamos replicarlo en muchos lugares", continuó.

Finalmente, comentó que a hoy sábado 15 de diciembre a las 5 de la tarde el Cardenal Juan Luis Cipriani presidirá la Misa de inauguración y fundación del monasterio en la Casa del Adulto Mayor de Manchay, para luego dirigirse en procesión hacia el monasterio donde impartirá la bendición, inaugurará los ambientes y declarará fundada esta obra de la Iglesia.

"Cuando se destruye la vida se destruye la paz"

Por otro lado, el Padre Luis Gaspar, presidente de la Comisión de Familia y Defensa de la Vida del Arzobispado de Lima, destacó la importancia de la formación de valores en la familia para frenar los ataques de los pensamientos únicos y el relativismo que vemos en la actualidad.

"La propia familia se ha desentendido de su primera obligación de ser educadora en valores y en la fe. La Iglesia es subsidiaria, brinda su apoyo a la familia, pero el primer responsable es la misma familia, los mismos padres", manifestó.

"Nosotros llevamos en la arquidiócesis, gracias al ánimo del Señor Cardenal, una preparación para los instructores y los responsables de las charlas pre matrimoniales. Si a esos novios que van a formar familia no se les da lo básico en cuanto a sus responsabilidades como padres, en cuanto asumir lo que implica el matrimonio católico y darles las primeras herramientas para esos primeros pasos de vida matrimonial, cuando vienen los problemas no saben afrontarlos", explicó.

Señaló que muchas veces en el mundo de hoy no se le da mucho espacio a Dios en la vida familiar, donde se deben cultivar los valores y virtudes cristianos, especialmente en este tiempo de Adviento.

"Hoy en día contemplamos un mundo muy comercializado, la gente se está preocupando en lo que va a cenar en la Noche Buena, qué va a regalar, qué va a hacer con la gratificación. Ya no es la Navidad del Señor Jesús, del Niño Dios, sino de la comida, de la bebida, de la fiesta social; por lo tanto le hemos quitado espacio a Dios", afirmó.

En otro momento, se refirió a la tragedia vivida en una escuela de Estados Unidos donde un joven asesinó a más de 20 personas, un acontecimiento que destruye la paz de todos y que se debe a una crisis de fe y una ausencia de Dios.

También comentó sobre el Plan Nacional de los Derechos Humanos planteado por el Ministerio de Justicia, el cual aún no ha sido dado a conocer oficialmente.

"Todas estas situaciones que nos encontramos en el mundo a través del mensaje católico, a través de nuestra fe, tiene que ser plasmada en la vida social combatiendo la pobreza, la injusticia y promoviendo los auténticos derechos humanos, empezando por el primero: el derecho a la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. Cuando se destruye la vida se destruye la paz y si hemos sido capaces de destruir la vida somos capaces de cometer los crímenes más terribles", concluyó.

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Texto completo del Ángelus del Papa: "La caridad y la justicia siguen siendo actuales en nuestro mundo complejo"

Queridos hermanos y hermanas:

El Evangelio de este tercer Domingo de Adviento presenta nuevamente la figura de Juan el Bautista, y lo representa mientras habla a la gente que se dirige hacia él en el río Jordán para hacerse bautizar. Dado que Juan, con palabras penetrantes, exhorta a todos a prepararse a la venida del Mesías, algunos se preguntan: “¿Qué debemos hacer?” (Lc 3, 10.12.14). Estos diálogos son muy interesantes y se revelan de gran actualidad.

La primera respuesta está dirigida a la muchedumbre en general. El Bautista dice: “El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo” (v. 11). Aquí podemos ver un criterio de justicia, animado por la caridad. La justicia pide que se supere el desequilibrio entre quien tiene lo superfluo y a quien le falta lo necesario; la caridad impulsa a estar atento al otro y a salir al encuentro de su necesidad, en lugar de encontrar justificaciones para defender los propios intereses. Justicia y caridad no se oponen, sino que ambas son necesarias y se completan recíprocamente. “El amor siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa”, porque “siempre se darán también situaciones de necesidad material en las que es indispensable una ayuda que muestre un amor concreto al prójimo” (Encíclica Deus caritas est, 28).

Y después vemos la segunda respuesta a algunos “publicanos”, es decir, recaudadores de impuestos por cuenta de los romanos. Ya por esto los publicanos eran despreciados, y también porque con frecuencia se aprovechaban de su posición para robar. A ellos el Bautista no les dice que cambien de oficio, sino que exijan sólo cuanto ha sido fijado (Cfr. v. 13). El profeta, en nombre de Dios, no pide gestos excepcionales sino, ante todo, el cumplimiento honrado de su propio deber. El primer paso hacia la vida eterna es siempre la observancia de los mandamientos; en este caso el séptimo: “No robar” (Cfr. Es 20, 15).

La tercera respuesta se refiere a los soldados, otra categoría dotada de cierto poder y, por tanto, tentada de abusar de él. A los soldados Juan les dice: “No hagan extorsión a nadie (...), y conténtense con su salario” (v. 14). También aquí, la conversión comienza con la honradez y el respeto de los demás: una indicación que vale para todos, especialmente para quien tiene mayores responsabilidades.

Considerando en su conjunto estos diálogos, llama la atención lo concreto de las palabras de Juan: desde el momento en que Dios nos juzgará según nuestras obras es allí, en los comportamientos, donde es necesario demostrar que se sigue su voluntad. Y precisamente por esto las indicaciones del Bautista son siempre actuales: también en nuestro mundo tan complejo, las cosas irían mucho mejor si cada uno observara estas reglas de conducta. Oremos entonces al Señor, por intercesión de María Santísima, a fin de que nos ayude a prepararnos a la Navidad dando buenos frutos de conversión (Cfr. Lc 3, 8).

Después del rezo del ángelus y del responso por los fieles difuntos, el Papa saludó en diversas lenguas a los grupos de peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro. 

Hablando en italiano, Su Santidad recordó que desde el próximo 28 de diciembre y hasta el 2 de enero, se celebrará en Roma el Encuentro europeo de jóvenes, organizado por la comunidad de Taizé. Por esta razón, el Pontífice agradeció a las familias que, siguiendo la tradición romana de acogida, han dado su disponibilidad para hospedar a estos jóvenes. Y agradeciendo a Dios porque las peticiones son superiores a las expectativas, renovó el llamamiento que ya había dirigido a las parroquias, a fin de que otras familias, con gran sencillez, puedan vivir esta bella experiencia de amistad cristiana.

Al saludar en su idioma a los fieles polacos, el Santo Padre les manifestó su cercanía espiritual, de modo particular, a quienes en Polonia forman parte de la “Obra Natalicia de Ayuda a los Niños”. “Deseo – les dijo – que esta iniciativa caritativa y ecuménica, un gesto de ayuda concreta ofrecida a los necesitados, lleve la alegría a los corazones de muchos niños. Que la llama de las velas encendidas en las familias durante la cena de la Vigilia de Navidad sea el símbolo de esta iniciativa. Que Dios premie la generosidad de los corazones y que bendiga a todos”. 

En italiano el Papa dirigió un saludo especial a los niños de Roma que acudieron a este encuentro para la tradicional bendición de las imágenes del Niño Jesús. “Amadísimos – les dijo – mientras bendigo las estatuillas de Jesús que pondrán en sus pesebres, los bendigo de corazón, a cada uno de ustedes y a sus familias, así como a sus educadores y al Centro de los Oratorios Romanos”.

Por último, el Pontífice saludó a los peregrinos italianos, en particular a los fieles de Palazzo Adriano, Porto San Giorgio, Grottammare, San Lorenzello, Atella, Bucchianico y Valmontone. De la misma manera, Su Santidad saludó al grupo de estudiantes del Instituto De Merode de Roma junto a sus compañeros australianos de Adelaide; y a los representantes de la agencia de información religiosa Zenit. A todos el Santo Padre deseó feliz domingo y buen camino espiritual hacia Belén. 

(María Fernanda Bernasconi).

viernes, 14 de diciembre de 2012

Abrirán nuevo monasterio de clausura en zona pobre de Lima

Las carmelitas descalzas del nuevo monasterio de clausura en Manchay (foto Arzobispado de Lima)
Este sábado 15 de diciembre a las 5:00 p.m., hora local, el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Cardenal Juan Luis Cipriani, bendecirá e inaugurará el Monasterio de Clausura "San José y Santa Teresa de Jesús" de Manchay, donde doce religiosas carmelitas descalzas vivirán orando por la Iglesia y por las personas de esta zona pobre de la capital.

Según señala la nota del Arzobispado de Lima, el Cardenal Cipriani presidirá una Misa en la Casa del Adulto Mayor (Yachayhuasi) de Manchay y al concluir, los fieles y las religiosas de clausura subirán en procesión al Monasterio donde se realizará la bendición solemne.

Para la construcción de este monasterio colaboraron los vecinos de la zona a través de jornadas dominicales durante los últimos seis meses, en los cuales contribuyeron en trabajos de albañilería, carpintería; así como trabajos de arborización.

El monasterio tiene un área de 10 mil metros cuadrados y está compuesto de tres claustros. En el primero están los talleres de trabajo, la sala capitular y el comedor. En el segundo se ubican las celdas (dormitorios), que cuenta cada una con una cama, un crucifijo y una mesa de trabajo.

En el tercer claustro está la lavandería, espacios de recreación y galpones para la cría de animales menores. Ganando espacio al cerro, se han construido 5 andenes para el cultivo. En la parte trasera del monasterio se encuentra el cementerio de las religiosas contemplativas.

Las 12 religiosas carmelitas descalzas provienen del Monasterio de Clausura de Santa Teresita del Niño Jesús, de Lircay, ubicando en el departamento andino de Huancavelica.

Actualmente, la Arquidiócesis de Lima cuenta con 10 monasterios de clausura.
Fuente: aciprensa.com

jueves, 13 de diciembre de 2012

Habilitan línea de emergencia para exorcismos

Ante el aumento de solicitudes de asistencia por parte de fieles que creen estar afectados por el demonio, la arquidiócesis de Milán en Italia, encabezada por el Cardenal Angelo Scola, habilitó una línea de atención y nombró más sacerdotes exorcistas para facilitar el complejo proceso de discernimiento en estos casos que la Iglesia toma muy en serio.

Mons. Angelo Mascheroni, Obispo Auxiliar de Milán y responsable del colegio de exorcistas de la arquidiócesis explicó que las acciones se tomaron "a partir de la necesidad" y se trata de una mejor coordinación de los esfuerzos pastorales.

El Arzobispado dispuso un teléfono central habilitado durante las tardes que puede dirigir a los fieles al exorcista más próximo. "Quien lo necesita puede llamar y encontrar una persona que le da las direcciones en la zona para evitar que la gente deba viajar grandes distancias" y resaltó que "la Iglesia debe escuchar a estas personas, es parte de su ministerio".

La atención pastoral de los fieles que temen sufrir un ataque del maligno es cuidadosa y atenta, en la cual se disciernen las posibles causas naturales y espirituales de las situaciones. "En el ministerio de los exorcistas es fundamental escuchar y dar consuelo, porque vienen personas deshechas que maldicen a los demás", relató el Prelado. "Todos son recibidos con gran serenidad y no se puede permitir su desaliento, porque el Señor es más fuerte que el demonio".

El Cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán, habilitó seis nuevos sacerdotes exorcistas ante el número de solicitudes de ayuda por parte de los fieles.

Los doce sacerdotes exorcistas informaron a la arquidiócesis los lugares y horarios en los cuales se encuentran disponibles. "Les sugerí llevar su propia agenda y no ser abrumado por la gran cantidad de trabajo", afirmó monseñor Mascheroni. "Las conversaciones deben ser de dos a cuatro al día, no más, de otra forma sería demasiado". El criterio de discernimiento es complejo: "involucra la mente, la ética, el dolor físico y psíquico".

El Prelado también explicó que los casos de verdadera presencia del demonio son raros, y que muchas personas que acuden a los exorcistas lo hacen porque padecen dificultades que atribuyen al maligno. En esos casos "es importante discernir bien las situaciones", expresó el Obispo.

Los exorcistas también se ocupan de observar la vida de fe de las personas, después de escucharlas. "Les pregunto si van a misa los domingos, cuándo se confesaron por última vez... Si una persona no se confesó en diez años le digo "ve a primero a confesarte y luego todo vale".

Finalmente, Mons. Mascheroni expresó la voluntad de la Iglesia de ayudar a quienes sufren este tipo de situaciones para que no sean víctimas de brujos y estafadores que pueden sacar un beneficio económico de las penalidades de estas personas.

"La Iglesia debe escuchar a estas personas, es parte de su ministerio. Entonces, si el demonio está verdaderamente presente, el Evangelio nos dice cómo se comportó Jesús: orando, ayunando y amando", concluyó.
Fuente: aciprensa.com

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Catequesis del Papa: La Biblia recuerda la obra de Dios en medio de su pueblo (12.12.12)

Queridos hermanos y hermanas:

En la última catequesis he hablado de la Revelación de Dios, como comunicación que Él hace de sí mismo en su designio de benevolencia y de amor. Esta revelación de Dios se inserta en el tiempo y en la historia de los hombres: historia que se convierte en ‘lugar en el que podemos constatar la acción de Dios a favor de la humanidad. Él nos alcanza en aquello que para nosotros es más familiar y fácil de verificar, porque constituye nuestro contexto cotidiano, sin el cual no lograremos comprendernos’ (Juan Pablo II, Enc. Fides et ratio, 12).

El evangelista San Marcos –como hemos escuchado– relata, en términos claros y sintéticos, los momentos iniciales de la predicación de Jesús: ‘el tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca’ (Mc 1,15). Lo que ilumina y da sentido pleno a la historia del mundo y del hombre comienza a brillar en la gruta de Belén, es el Misterio, que contemplaremos dentro de poco en la Navidad: la salvación que se realiza en Jesucristo.

En Jesús de Nazaret Dios manifiesta su rostro y pide la decisión del hombre de reconocerlo y seguirlo. El revelarse de Dios en la historia para entrar en relación de diálogo de amor con el hombre, da un nuevo sentido a todo el camino humano. La historia no es un simple sucederse de los siglos, de años, de días, sino el tiempo de una presencia que le da pleno significado y abre a una sólida esperanza.

¿Dónde podemos leer las etapas de esta Revelación de Dios? La Sagrada Escritura es el lugar privilegiado para descubrir los eventos de este camino, y quisiera –una vez más– invitar a todos, en este Año de la Fe, a tomar a la mano con más frecuencia la Biblia para leerla y meditarla y prestar mayor atención a las lecturas de la Misa dominical, todo esto constituye un alimento precioso para nuestra fe.

Leyendo el Antiguo Testamento vemos que las intervenciones de Dios en la historia del pueblo que ha elegido y con el que ha establecido una alianza, no son acontecimientos que pasan y caen en el olvido, sino que se convierten en 'memoria', constituyen la 'historia de salvación' mantenida viva en la conciencia del pueblo de Israel a través de la celebración de los eventos salvíficos.

Así, en el libro del Éxodo, el Señor indica a Moisés que celebre el gran momento de la liberación de la esclavitud de Egipto, la Pascua judía, con estas palabras: ‘Este día será para vosotros un memorial: lo celebrarán como fiesta del Señor: de generación en generación, lo celebrarán como un rito perenne" (12,14). Para todo el pueblo de Israel recordar lo que Dios ha hecho se convierte en una especie de imperativo permanente para que el paso del tiempo esté marcado por la memoria viva de los acontecimientos pasados, que así forman, día tras día, de nuevo la historia y permanecen presentes.

En el libro del Deuteronomio, Moisés se dirige al pueblo diciendo: ‘guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, y no se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; sino que las hagas saber a tus hijos y a tus nietos’. (4,9). Y así también nos dice a nosotros: ‘Mira bien para que no olvides las cosas que Dios ha hecho con nosotros’. La fe es alimentada por el descubrimiento y el recuerdo del Dios que es siempre fiel, que guía la historia y es el fundamento seguro y estable sobre el que construir la vida propia.

También el canto del Magnificat que la Virgen María eleva a Dios, es un ejemplo altísimo de esta historia de salvación, de esta memoria que tiene presente el obrar de Dios. María exalta el obrar misericordioso de Dios en el camino concreto de su pueblo, la fidelidad a las promesas de alianza hechas a Abraham y su descendencia; y todo esto es memoria viva de la presencia divina que nunca falla. (cfr Lc 1,46-55).

Para Israel, el Éxodo es el acontecimiento histórico central en que Dios revela su poderosa acción. Dios libera a los israelitas de la esclavitud en Egipto, para que puedan regresar a la Tierra Prometida y adorarlo como el único Dios verdadero. Israel no se pone en marcha para ser un pueblo como los demás –para tener también él una independencia nacional– sino para servir a Dios en el culto y en la vida, para crear para Dios un lugar donde el hombre esté en obediencia a Él, donde Dios esté presente y sea adorado en el mundo y, naturalmente, no sólo para ellos, sino para testimoniarlo en medio de otros pueblos.

La celebración de este evento es un hacerlo presente y actual, porque la obra de Dios no falla. Él tiene fe en su designio de liberación y todavía lo sigue, para que el hombre pueda reconocer y servir a su Señor y responder con fe y amor a su acción. Entonces Dios se revela a sí mismo no solo en el acto primordial de la creación, sino entrando en nuestra historia, en la historia de un pequeño pueblo que no era ni el más numeroso, ni el más fuerte

Y esta revelación de Dios, que va adelante en la historia, culmina en Jesucristo. Dios, el Logos, la Palabra creadora que está en el origen del mundo, se ha encarnado en Jesús y ha mostrado el verdadero rostro de Dios. En Jesús se cumple toda promesa, en Él se da el culmen de la historia de Dios con la humanidad.

Cuando leemos el relato de los dos discípulos en camino hacia Emaús, narrado por San Lucas, vemos como emerge de modo claro que la persona de Cristo ilumina el Antiguo Testamento, la entera historia de la salvación y muestra el gran designio unitario de dos Testamentos, muestra el camino de su unicidad. Jesús, de hecho, explica a los dos viajeros perdidos y desilusionados que es el cumplimiento de toda promesa: ‘Y, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó que en todas las Escrituras eso se refería a él’ (24,27).

El Evangelista relata la exclamación de los dos discípulos luego de haber reconocido que aquel compañero de viaje era el Señor: ‘¿No ardía tal vez nuestro corazón mientras él conversaba con nosotros en el camino, cuando nos explicaba las Escrituras?’ (v. 32).

El Catecismo de la Iglesia Católica resume las etapas de la revelación divina: Dios ha invitado al hombre, desde el principio, a una comunión profunda con Él, e incluso cuando el hombre, por su desobediencia, pierde su amistad, Dios no lo abandona al poder de la muerte; al contrario, le ofrece muchas veces su alianza.

El Catecismo recorre el camino de Dios con el hombre desde la alianza con Noé después del diluvio, a la llamada de Abraham a salir de su tierra para hacerle padre de una multitud de pueblos. Dios constituye a Israel como su pueblo, a través del Éxodo, la alianza del Sinaí y el don, por medio de Moisés, de la Ley para ser reconocido y servido como el único Dios vivo y verdadero. Con los profetas, Dios conduce a su pueblo a la esperanza de la salvación.

Conocemos –a través de Isaías– el ‘segundo Éxodo’, el retorno del exilio de Babilonia a la propia tierra, la refundación del pueblo, en el mismo tiempo, pero muchos se quedan en la dispersión y así comienza la universalidad de esta fe. Al final no se espera más sólo a un rey, David, un hijo de David, sino un ‘Hijo del hombre’, la salvación de todos los pueblos. Se realizan encuentros entre las culturas, primero con Babilonia y Siria, luego también con la multitud griega.

Así vemos así cómo el camino de Dios se ensancha, se abre cada vez más hacia el misterio de Cristo, el Rey del Universo. En Cristo se realiza finalmente la salvación en su plenitud, el designio benevolente de Dios. Él mismo se hace uno de nosotros.

Hice una pausa para hacer memoria sobre el obrar de Dios en la historia del hombre, para mostrar las etapas de este gran designio de amor testimonio en el Antiguo y el Nuevo Testamento: un único designio de salvación para toda la entera humanidad, progresivamente revelado y realizado por la potencia de Dios, donde Dios siempre reacciona a las respuestas del hombre y encuentro nuevos inicios de alianza cuando el hombre se pierde. Esto es fundamental en el camino de fe.

Estamos en el tiempo litúrgico del Adviento que nos prepara para la Santa Navidad. Como todos sabemos la palabra 'Adviento' significa 'venida', 'presencia', y antiguamente indicaba la llegada del rey o del emperador a una determinada provincia. Para nosotros los cristianos, significa una realidad maravillosa y desconcertante. Dios mismo ha atravesado su cielo y se ha inclinado hacia el hombre; ha forjado una alianza con él, entrando en la historia de un pueblo.

Él es el rey que ha bajado a esta pobre provincia que es la tierra, y nos ha obsequiado con su visita asumiendo nuestra carne, haciéndose hombre como nosotros. El Adviento nos invita a recorrer el camino de esta presencia y nos recuerda una y otra vez que Dios no se ha ido del mundo, que no está ausente, que no nos abandona; al contrario, sale a nuestro encuentro de diferentes maneras que tenemos que aprender a discernir.

Y también nosotros, con nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad, estamos llamados, día a día, a distinguir y testimoniar esta presencia en el mundo a menudo superficial y distraído, a hacer que resplandezca en nuestra vida la luz que ha iluminado la gruta de Belén. Gracias.

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