Queridos hermanos y hermanas:
Les doy la bienvenida con motivo del 35° aniversario de la fundación delServicio Jesuita a Refugiados, querido por el Padre Pedro Arrupe, entonces Superior General de la Compañía de Jesús. La impresión y la angustia que él sufrió frente a las condiciones de los boat people sud-vietnamitas, expuestos a los ataques de los piratas y a las tempestades en el Mar Chino Meridional, lo indujeron a tomar esta iniciativa.
El Padre Arrupe, que había experimentado la explosión de la bomba atómicaen Hiroshima, se dio cuenta de las dimensiones de aquel trágico éxodo de prófugos. En esto reconoció un desafío que los Jesuitas no podían ignorar, si querían permanecer fieles a su vocación. Quiso que el Servicio Jesuita a Refugiados saliera al encuentro de las necesidades, tanto humanas cuanto espirituales, de los refugiados, por tanto no sólo a sus inmediatas necesidades de alimento y de asilo, sino también a la exigencia de ver respetada su dignidad humana herida, y ser escuchados y confortados.