Queridos amigos:
Les agradezco su afectuosa acogida. Tenía un gran deseo de visitar esta Casa de la Caridad, que el Cardenal Nsubuga fundó aquí en Nalukolongo. Este lugar siempre ha estado ligado al compromiso de la Iglesia en favor de los pobres, los discapacitados y los enfermos.
Pienso particularmente en el enorme y fructífero trabajo realizado con las personas afectadas por el Sida. Aquí, en los primeros tiempos, se rescató a niños de la esclavitud y las mujeres recibieron una educación religiosa.